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Blog de Kami

¿Tomamos un café?

Es curioso como con la edad van cambiando las costumbres y, sobre todo, los gustos.
Recuerdo que cuando era pequeño se me hacía raro ver a los mayores tomando ese líquido negro y amargo que llamaban café.
No podía entender cómo les podía gustar aquello tan amargo, aunque ya entonces me gustaba el olor.

Mi abuela me decía que me hacía café con leche, pero en realidad eran cereales tostados de esos (rollo Eco) que no son tan fuertes y no llevan cafeína. A parte que con la leche estaba y está bastante bueno.
El otro día, me di cuenta que los compañeros de trabajo más jóvenes piden eso en el desayuno: cafés con leche, coca-colas...
Mientras que los mayores nos decantamos por aquel líquido negro y amargo que tan malo me parecía entonces.

El café con hielo se ha convertido en una parte fundamental del día a día, como bien sabe Alicia, la camarera que nos lo sirve cada día. Ahora me parece una exquisitez saborear el café y quedarme con el gusto amargo que deja en la boca.

Lo mismo pasa con el whisky. La primera vez que se me ocurrió pedir uno en una discoteca, me arrepentí bastante. Que fuerte y que malo está, pensé.
No soy un gran bebedor, no aguanto demasiados asaltos, pero ahora me gusta. Incluso si es uno añejo es un auténtico placer.

Me hago mayor, es ley de vida. Era algo que veía lejos, pero que ha llegado.

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