El Zoo

Un lunes cualquiera.

Vas a trabajar con tu cara de resaca del fin de semana. No estás para corporativismo. Vas a hacer única y exclusivamente tu trabajo. Realmente te pasas el día pensando en volver a casa y descansar porque el finde es realmente corto.

Pero se te enciende la bombilla: ¡¡Joder!! ¿No era hoy cuando venían los jefes?

Preparas un cartel reivindicativo, hace meses que tedrían que haber cambiado esos vetustos monitores que provocan radiaciones y efecto invernadero, por los modernos TFTs que tanto anhelamos. Y como viene un holandés, intentas marcarte un tanto haciéndolo en inglés.

Por fin llegan, entran en la oficina echando un vistazo. Se acercan a tu sitio. Ven tu cartel y hacen algún comentario entre ellos. Cuando piensas que se están riendo de tu pésimo inglés, se dan la vuelta y se van.

En ese momento, eres ese Tigre del Zoo que se dedica a lamerse los cojones cuando hay una excursión de niños.
Como en ese caso, han venido a verte desde una distancia prudencial para mezclarse demasiado con las clases más bajas. Han venido de excursión.

¡Qué lástima damos!