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Blog de Kami

Jugando con el ordenador

El ordenador siempre ha sido un compañero fiel para mí, desde hace ya muchos años (espero que algún día esto me dé de comer).
He jugado muchas partidas a juegos como el Doom, el Stunts o el Descent, aunque nunca he sido un gran jugador. Siempre los he dejado a medias, me acabo aburriendo de intentar una y otra vez esas pantallas imposibles de pasar.
Ahora con la PlayStation 2, la cosa ha cambiado. No tengo que invertir constantemente en componentes para poder jugar al último juego de turno y no tengo que hacer largas y engorrosas instalaciones.
Por cierto, el Driver 3 (Driv3r) es un juego genial, con unas seqüencias de video espectaculares de nivel cinematográfico. Lástima que la consola esté vieja y apenas pueda con él. Sí, es un ataque directo. ¡Señor Sony, que esto está viejo ya!

El caso es que todos los viernes, después de clase de Sistemas Oberts, nos vamos a una sala habilitada en la biblioteca de la universidad a continuar desarrollando la práctica de esa asignatura y cada viernes, hay una pandilla de capullos jugando con el ordenador. Hasta ahí todo normal, porque hasta yo juego al Quake III en red.
El problema viene porque juegan a un juego de fútbol, como no, y con los altavoces a todo trapo. El juego en cuestión tiene comentarios como los de la radio, con anuncios y todo, y por si fuera poco se pasan el rato gritando y haciendo ruido.

El simple hecho de jugar a un juego de fútbol con el ordenador me parece una soberana estupidez porque no me parece que se puedan simular los comportamientos de los jugadores y porque todos acaban teniendo alguna jugada que nunca falla. Por no hablar de los que juegan en modo entrenador y se pasan el rato vindo como juega el ordenador solo (lo he visto con mis propios ojos).
Pero el remate de la jugada (ojo al juego de palabras) viene cuando te encuentras un tio en la universidad que se trae un mando de la Play con un adaptador para enchufarlo al ordenador.

Dan ganas de decirle: mira chaval, vete a casa y que te aguante tu madre...
Luego todos querremos cobrar igual, ¿eh?
Triste, muy triste.

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